viernes, 5 de junio de 2009

¿ Un discurso equivocado para el día mundial del medio ambiente ?

Premio "Ortega y Gasset" de Fotografía concedido en 2008 a Gervasio Sánchez.

Discurso de Gervasio Sánchez:

Estimados miembros del jurado, señoras y señores:

Es para mí un gran honor recibir el Premio "Ortega y Gasset" de Fotografía, convocado por El País, diário donde publiqué mis fotos iniciáticas de América Latina en la década de los ochenta y mis mejores trabajos realizados en diferentes conflictos del mundo durante la década de los noventa, muy especialmente las fotografías que tomé durante el cerco de Sarajevo.

Quiero dar las gracias a los responsables de Heraldo de Aagón, del Magazine de La Vangardia y de la Cadena Ser por respetar siempre mi trabajo como periodista y permitir que los protagonistas de sus historias, tantas veces seres humanos extraviados en los desaguaderos de la historia, tengan un espacio donde llorar y gritar.

No quiero olvidar a las organizaciones humanitarias: Intermon Oxfam, Manos Unidas y Médicos Sin Fronteras, la compañia DKV Seguros y a mi editor Leopoldo Blume por apoyarme sin firmas en los últimos doce años y permitir que el proyecto "Vidas Minadas" el que pertenence la fotografia premiada, tenga vida propia y un largo recorrido que puede durar décadas.

Señoras y señores, aunque sólo tengo un hijo natural, Diego Sánchez, puedo decir que como Martin Luther king, el gran soñador afroamericano asesinado hace 40 años, también tengo otros cuatro hijos víctimas de las minas antipersonas.

Sofia Elface Fumo, a la que ustedes han conocido junto a su hija Alia en la imagen premiada, que concentra todo el dolor de las víctimas, pero también la belleza de la vida y sobre todo, la incansable lucha por la supervivencia y la dignidad de las víctimas, el camboyano Sokheurm Man, el bosnio Adis Snajic y la pequeña colombiana Mónica Paola Ojeda, que se quedó ciega a los ocho años.

Sí, son mis cuatro hijos adoptivos a los que he visto al borde de la muerte, he visto llorar, gritar de dolor, enamorarse, tener hijos, llegar a la universidad.

Les aseguro que no hay nada más bello en el mundo que ver a una víctima de la guerra perseguir la felicidad.

Es verdad que la guerra funde nuestras suertes y nos roba los sueños, como dice en la película "Cuentos de la luna pálida" de Kenji Mizoguchi.

Es verdad que las armas que circulan por los campos de batalla suelen fabricarse en países desarrollados como el nuestro, que fue un importante exportador de minas en el pasado y que hoy dedica muy poco esfuerzo a la ayuda a las víctimas de las minas y al desminado.

Es verdad que todos los gobiernos españoles, desde el início de la transición, encabezados por los presidentes Adolfo Suarez, Leopoldo Calvo Sotelo, Felipe González, José María Aznar y José Luiz Rodríguez Zapatero, permitieron y permiten las ventas de armas españolas a países con conflictos internos o guerras abiertas.

Es verdad que en la anterior legislatura se ha duplicado la venta de armas españolas al mismo tiempo que el presidente incidía en su mensaje contra la guerra y que hoy fabricamos cuatro tipos distintos de bombas de racimo cuyo comportamiento en el terreno es similar al de las minas antipersonas.

Es verdad que me siento escandalizado cada vez que topo con armas españolas en los olvidados campos de batalla del tercer mundo, y que me avergüenzo de mis representantes políticos.

Pero como Martin Luther King, me quiero negar a creer que el banco de la justicia está en quebra, y como él, yo también tengo un sueño: que, por fin, un presidente de un gobierno español tenga las agallas suficientes para poner fin al silencioso mercadeo de armas que convierte a nuestro país, nos guste o no, en un exportador de la muerte.
Muchas gracias.

Si los gobiernos de los países desarrollados todavía permiten tamaña crueldad contra nuestros semejantes
¿ que espécie de crímenes no permitirán contra la naturaleza?

Gracias mi querida amiga Marcela Alcaraz Nájar por enviarme el discurso de Gervasio Sánchez.

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