martes, 18 de mayo de 2010

El valor de la espera.


No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante. También es obvio que quien cultiva la tierra no se para impaciente ante la semilla sembrada y grita con todas sus fuerzas "Crece, maldita seas."

Con el bambú japonés ocurre algo muy curioso que lo transforma en no apto para impacientes. Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente. Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad, no pasa nada con la semilla durante los primeros años, a tal punto que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas estériles. Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo seis semanas, la planta de bambú crece...¡más de 30 metros!

¿Tarda sólo seis semanas en crecer? ¡No! La verdad es que se toma siete años para crecer y seis semanas para desarrollarse. Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú genera un complejo sistema de raíces que le permiten sostener el crecimiento que vendrá después.

En la vida cotidiana, muchas personas tratan de encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo. Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados a corto plazo, abandonan súbitamente justo cuando ya están a punto de conquistar la meta. Es tarea dfícil convercer al impaciente de que sólo llegan al éxito aquellos que luchan de forma perseverante y saben esperar el momento adecuado.

El triunfo no es más que un proceso que lleva tiempo y dedicación. Un proceso que exige aprender nuevos hábitos y nos obliga a descartar otros. Un proceso que exige cambios, acción y fomidables dotes de paciencia.

Fuente: Alex Rovira lo cita en su obra "La brújula interior".